domingo, 11 de abril de 2010

INCENDIOS Y DESMONTE, UN CÓCTEL LETAL

Por Dr. Raul A. Montenegro
Biólogo. Profesor Titular de Biología Evolutiva en la Universidad nacional de Córdoba. Presidente de FUNAM y Premio Nóbel Alternativo 2004 (Estocolmo, Suecia).
Estamos viendo una foto imaginaria pero real. En ella aparecen sierras peladas que antes tuvieron suelo y vegetación. Las rocas están tan calientes bajo el Sol del verano que la atmósfera parece un gel. Desde los sectores más altos de la montaña baja una creciente violenta y ruidosa que inunda las calles y las viviendas de un pueblito ya abandonado y sin turistas. La foto no es de otro país, sino de una Córdoba futura y previsible. Sin embargo ciudadanos y funcionarios parecen no darse cuenta que los incendios y los desmontes combinados están comprometiendo nuestra seguridad hídrica, la supervivencia de los frágiles suelos serranos, y hasta el perfil turístico de Córdoba.

Muchos creen que la mayor parte de la superficie de la provincia puede dedicarse a la agricultura, la ganadería y la plantación de árboles exóticos, y que los diminutos parques y reservas creados por los gobiernos son suficientes para conservar nuestros ambientes nativos. Esto es dramáticamente falso. No hay futuro ni estabilidad ambiental sin la coexistencia equilibrada de ambientes naturales y productivos.

En el caso particular de Córdoba la totalidad del ambiente serrano que nos atraviesa de norte a sur debería haber sido protegido con más sensatez. Actualmente solo quedan 600.000 hectáreas de bosque nativo en toda la provincia, menos del 5% de la superficie que ocupaban originalmente. Los últimos incendios de agosto-septiembre destruyeron una sexta parte de los ambientes que todavía resisten el avance de la soja y los loteos.

Cada incendio y cada nuevo desmonte nos acercan más a esas sierras calcinadas. Olvidamos que los suelos serranos fueron producidos durante miles de años por ambientes naturales de bosque, matorrales y pastizales de altura. Los sucesivos gobiernos provinciales y la propia sociedad no han asumido aún que las actividades humanas y las serranías solo pueden coexistir si conservamos los ambientes naturales y no rompemos el delicado mecanismo de las sierras. Durante demasiado tiempo olvidamos que los ambientes nativos son nuestras únicas fábricas naturales de suelo serrano, de agua, y de estabilidad climática.

EL FUEGO PRIMERO, EL AGUA DESPUÉS

Los fuegos dejan marcas que perduran por décadas. Sin embargo, creemos que las sierras empiezan de cero cada año, como si todos los efectos de incendios pasados ya hubieran sido cicatrizados ecológicamente. Esto no es cierto. Los impactos se acumulan. No es lo mismo que 100 hectáreas de bosque se quemen 1 o 10 veces en 30 años. Cuando las sierras estaban recuperándose de incendios anteriores, el fuego devoró 40.000 hectáreas. Entre 1988 y 1994 se quemaron en Córdoba 869.430 hectáreas, a un promedio de 144.905 hectáreas por año. En 1995 se incendiaron unas 255.900 hectáreas. Entre 1988 y 2005 el total sumado de área quemada supera las 2.200.000 hectáreas. En los incendios de agosto-septiembre de 2009 se quemaron más de 100.000 hectáreas de ambiente nativo ¿Cómo puede esperarse que las sierras se recuperen, si continúan los incendios y los desmontes? Además ya no queda margen. No es lo mismo un incendio de 100.000 hectáreas cuando la provincia tenía hace dos siglos 12 millones de hectáreas de bosque nativo, que esa misma superficie quemada, 100.000 hectáreas, cuando solo quedan 600.000 hectáreas de bosque nativo. Más que un incendio es una tragedia ambiental y un duro golpe a las maltrechas cuencas hídricas de la provincia de Córdoba. No solo tenemos menos resistencia ambiental y más erosión, sino que la materia orgánica, el fósforo y el nitrógeno de las áreas incendiadas contaminarán ahora los río y lagos aumentando los procesos de eutrofización cultural.

Un bosque no tiene solamente árboles, reptiles, aves y mamíferos, sino un complejo entramado de seres vivos. En un metro cuadrado de suelo y hasta los 30 centímetros de profundidad pueden vivir unos 1.500 millones de protozoarios (microorganismos), 120 millones de nematodos (gusanos), 440.000 colémbolos (insectos), 400.000 ácaros, 3.000 ciempiés y milpiés, 500 hormigas, y muchas poblaciones de organismos. El fuego los golpeó duramente. Sin la vegetación nativa y con la biodiversidad muy afectada el ambiente deja de fabricar suelo. En ambientes tropicales y templados se requiere de 220 a 1.100 años para regenerar 25 milímetros de suelo. En sitios con rocas duras, como los granitos serranos, el suelo tarda más tiempo en formarse. El fuego impide además el retorno de materia orgánica al suelo, favorece la erosión, y lo compacta. Como la impermeabilización impide que el suelo absorba el agua de lluvia, las crecientes de los ríos se vuelvan cada vez más violentas.

LOS DESMONTES GOZAN DE BUENA SALUD

Dos siglos atrás existían en la provincia unas 12 millones de hectáreas de bosque nativo. Hoy queda menos del 5% de superficie original, y tanto los fuegos como el desmonte aceleran la destrucción de esyos últimos ambientes. En menos de un siglo Córdoba perdió más del 95% de sus bosques nativos. La pérdida ha sido más grave en las sierras.

Córdoba tiene la tasa más alta de deforestación de Argentina: -2,93% anual para 1998-2002, superior incluso a las tasas de la provincia de Santiago del Estero (-1,18%), de Salta (-0,69%), de Tucumán (-0,68), de Chaco (-0,57%) y de Jujuy (-0,16%). La tasa cordobesa de deforestación supera además la tasa mundial, que es de -0,23% anual, y la de África, -0,78% anual (1999-2000). En 5 años, entre 1998 y 2002, se desmontó en Córdoba el equivalente a 67 canchas de fútbol por día, una cifra aterradora.

Fuego y desmonte se combinan en Córdoba para destruir el funcionamiento de nuestras principales cuencas hídricas. Hay cada vez menos margen para nuevos incendios, y la sierras no admiten más desmontes.

Si los gobiernos y ciudadanos no cambiamos de actitud la foto del comienzo se hará realidad, y las bonitas sierras de Córdoba se transformarán en grises desiertos de roca.

Lamentablemente la Secretaría de Ambiente de la provincia, principal responsable de la degradación ambiental por su incapacidad para controlar desmontes, tiene detenido desde hace casi 4 meses el proyecto de Ley de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos que elaboraron numerosas instituciones. Con esta demora el gobierno agregó una nueva causa de mayor deterioro. Córdoba no se merece esta mediocridad e insensibilidad. Lo más atinado sería que el actual Secretario de Ambiente envíe sin demoras el anteproyecto de ley a la legislatura y que renuncie a su cargo.

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